Año: 2013 | País: México | Duración: 52’ | Director: Alberto Cortés
La milpa, que es una comunidad de cultivos, le enseñó a los humanos a vivir en comunidad.
Con este impulso vital de 10 mil años de antigüedad, son hoy estas comunidades las que mantienen vivo el carácter vital del maíz que a su vez le propone a las sociedades campesinas (mujeres y hombres) una crianza mutua.
El maíz, la milpa, son el sustento de la comunidad, de los pueblos. Sin el maíz, las comunidades no tendrían ni la más mínima autonomía, ni los autogobiernos que hoy existen. Sólo porque tienen milpa pueden defender sus territorios.
La vida campesina es una pasión por los cuidados y los detalles: cómo reconocer los signos del clima, de la luna, del viento, de las nubes para sembrar, desyerbar y cosechar; cómo promover la presencia del agua en ciertos parajes, y la plenitud de los manantiales, la puntualidad de la lluvia. Cómo alimentar los suelos, seleccionar las mejores semillas, plantas y animales.
Ser campesinos es valorar lo comunitario y, en lo colectivo, relacionarse con la tierra, y con el territorio. La conversación que mantienen las comunidades humanas y la milpa también colectiva. El saber de la milpa es la experiencia misma de mantenerlo, es colectivo y eternamente cambiante, como las conversaciones, que se comparten y nunca se repiten.